viernes, 24 de abril de 2009

Aguilar dice adiós pidiendo respeto



Rosa Aguilar, tras la rueda de prensa de despedida, junto a Rafael Blanco (i), Andrés Ocaña (c), Francisco Tejada (d) y el resto de concejales del Equipo de Gobierno.


Dijo adiós y no hubo nada. Rosa Aguilar presentó en la tarde de ayer su dimisión como alcaldesa de Córdoba para marcharse como consejera de Obras Públicas del Gobierno andaluz en un acto dijo, de compromiso personal con los objetivos expresados por el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, en su discurso de investidura. Para su decisión, estrictamente individual, pidió "respeto" frente al chaparrón de críticas. "Espero que se me juzgue tan sólo por mis hechos", dijo.

Aguilar, emocionada, dejó el gobierno de la ciudad, tras casi diez años de ejercicio, con lágrimas en los ojos y la voz tomada. Rodeada de casi todos los miembros de su gobierno y prometiendo que se va, pero no del todo. "Se va a notar que hay una consejera cordobesa de Obras Públicas", afirmó. Prometió que el compromiso que tantas veces ha expresado por la ciudad que ha gobernado en tres mandatos consecutivos se realizará ahora desde los despachos autonómicos, donde llega como una apisonadora.

Los hechos son conocidos. Griñán llamó por teléfono a Aguilar el jueves "por la tarde noche". La ya ex alcaldesa reunió a su gobierno (de madrugada, en su propio domicilio) para hacerles partícipes de la decisión que había adoptado. Por la mañana, habló con el coordinador provincial, Francisco Martínez, y con el andaluz, Diego Valderas, cuando la oferta estaba ya en los medios, para renunciar "formalmente" a su militancia en IU.

A Cayo Lara, máximo dirigente de la coalición, sólo pudo dejarle un mensaje en el buzón de voz en lo que constituye el cambio de filas con más morbo de los últimos años en la política nacional. Eso sí, dijo que participa del Gobierno socialista desde su condición "de mujer de izquierdas", a la que no se le ha pedido afiliarse al PSOE.

La ex alcaldesa no participará formalmente de su debate sucesorio, entre otras cuestiones porque ya ni siquiera es militante de IU. Dejó, eso sí, sus preferencias marcadas. Andrés Ocaña, que durante estos años ha sido su mano derecha y a veces izquierda, será "un magnífico alcalde, que se va a entregar, como ya lo ha hecho, por la ciudad". No se explayó demasiado en los apoyos. Sabe que ahora mismo cualquier palabra suya puede ser utilizada en contra del previsible futuro alcalde de Córdoba.

La próxima consejera de Obras Públicas ya advirtió que no quiere problemas. "No abriré la boca para contestar". Lo dijo por la mañana, en los corrillos del Parlamento, y lo volvió a repetir por la tarde, en su comparecencia. Personas que han sido sus compañeros y, en algún caso, sus mentores políticos, le están proporcionando leña por haber tomado una decisión a la que le faltaba el cuándo y el dónde, pero no el cómo.

Rosa Aguilar se va ligera de equipaje a Sevilla. De su equipo inmediato, sólo la acompaña su jefe de gabinete, Manuel Guerrero. Ni siquiera estará con ella Alfonso Ceballos, la mano que ha mecido la cuna del Ayuntamiento durante diez años en la sombra. Todos los concejales de IU permanecerán en sus puestos para no contribuir a desestabilizar el Ayuntamiento de Córdoba.

Pese a ello, la ex regidora -la segunda que acaba en la órbita del PSOE- compareció rodeada de la mayor parte del gobierno municipal. Aguilar no se lo pidió pero ellos insistieron, se decía en los pasillos. Quería presentarlo como un asunto sentimental, de adiós a una compañera. Al contrario, era una imagen cargada de simbolismo político contra aquellos que piensan, a izquierda y derecha del espectro político, que en río revuelto, ganan los pescadores.

Aguilar hizo balance sentimental, que no de gestión, de diez años que han dado para mucho. Y sí, coincidiendo el titular, dijo que se queda en el debe haber comenzado las obras del Palacio del Sur. "Vendré a aplaudir al gobierno cuando ello suceda", dijo.

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