Aún está al frente de Guzmán el impulsor de esa forma alocada, ineficiente y peligrosa de gestión: el Alcalde
Que a cinco meses de las elecciones, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán, Francisco Loreto, dimita o le hagan dimitir, significa algo: que el gobierno municipal está en situación crítica.
Que después de 8 años en el Ayuntamiento el que era mano derecha y hombre fuerte del Alcalde, Carmelo Ceba, abandone todos sus cargos de responsabilidad, es síntoma de algo: de que al Alcalde se le acaban las cartas.
Que después de años incurriendo el Ayuntamiento en continuos despropósitos y errores contables y presupuestarios, el delegado de Hacienda coja y se vaya, también significa algo: que la gestión era nefasta.
Que el responsable de Personal y Recursos Humanos, tras haber soliviantado las relaciones con los trabajadores, insinuado despidos y poner en peligro sus nóminas, se marche con la situación económica empantanada y la estabilidad laboral en peligro, significa algo: que el Alcalde no eligió a la persona indicada para esas labores y que, lejos de tomar medidas, apoyó y mantuvo sus decisiones.
Que el número dos del PSOE en las elecciones locales de 2007, le un portazo a su partido tras 20 años militando y tras haber ocupado numerosos cargos, tiene un sentido: que ese partido se descompone por personalismos e intereses.
Significa, al fin y al cabo, que, entre esas cosas, Izquierda Unida tenía razón.
Teníamos razón respecto a la nefasta acción de gobierno, gestión y actitud política de los cabecillas de este PSOE que sufrimos.
Teníamos razón en cuanto a que ese Partido no busca defender los intereses generales de Guzmán y sus vecinos, sino los suyos propios, de su partido en Sevilla o incluso los de empresas afines.
Al menos en seis ocasiones ha solicitado IU el cese o dimisión de Loreto, en cada debate de presupuesto y algunas más. Esos ceses no se solicitaban por cuestiones personales.
Tampoco por hacer una oposición fácil y cómoda; se solicitaban por el bajo perfil de su labor y los problemas originados a raíz de ella. Errores continuos, decisiones dudosas y nulas propuestas eran habituales.
Pues bien, en cada una de esas ocasiones, hay que recordarlo, el Alcalde apoyó la gestión, las decisiones y los errores de bulto de Hacienda, porque a la larga, el impulsor de esa forma de gestionar no deja de ser uno: el Alcalde.
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